martes, 21 de octubre de 2008

Un muerto = mil pesetas


Hasta hace unos años, se pagaban mil pesetas por cada certificado de defunción firmado. Era un dinero que se incluía en los honorarios de la funeraria y que llegaba al médico de manera extra-oficial: un celador le entregaba el billete de 1000 en mano.
Normalmente, al ser una cantidad pequeña, se dejaba de bote para los cafés de media mañana de enfermería, lotería de navidad o cosas así. Sumando, sumando, entre unos cuantos servicios pagaban el canal Plus y tres periódicos diferentes cada mañana en la salita de estar. Así se creó un sitio ideal para confraternizar con los compañeros o para el estudio interdisciplinar de los casos más complicados durante las guardias. Y si había fútbol, mejor. Se cuenta incluso que algunos servicios organizaban "La cena de los muertos" con las ganancias del año.
Más adelante, el pago empezó a hacerse con un recibo y resultó que, en el trayecto desde la funeraria hasta el médico, se perdían al menos tres cuartas partes de la cuota. La cantidad entonces ya era considerable como para donarla graciosamente a los compañeros. Al fin y al cabo, en una buena guardia, especialidades como Cardiología u Oncología podían sacar un buen pico con el añadido de que, el que llegara justito a fin de mes, tenía múltiples medios a su alcance para solucionarlo.
En algún momento alguien pensó que era absurdo pagar a los médicos un extra por hacer su trabajo y esa bonita tradición se perdió, y con ella el canal plus y la salita de estar.


miércoles, 8 de octubre de 2008

Mi familia y otros animales

Cuando Orosia se fue a Sevilla dejó un vacío que parecía imposible de llenar. Me apunté al gimnasio, probé el método Pilates, hice pesas, pero eso no me servía de nada.
Después probé en la cocina, un día hice un plato de pasta con salsa napolitana (de bote, por supuesto). Tampoco eso funcionaba. Me aficioné a los puzzles, consideré los sudokus, escribí un libro, me presenté al MIR, pero seguía completamente desesperada. Hasta empecé a leer filosofía, historia del arte, mandé una carta a Saber y Ganar, creé un blog.
Pero nada llenaba ese terrible vacío, inmenso como el universo.
La solución al final llegó de la manera más inesperada.
Ofelia me hizo un regalo muy especial por mi cumpleaños, se llama Nepenthes Alata y colabora en la “desinsección” de la casa, os la presento en la primera foto.
La nueva reina del Castillo es Felisa y, aunque no se lava los dientes tan bien como Orosia, también nos hace muy felices.
Ahora, por fin, vuelvo a sonreír.