Hasta hace unos años, se pagaban mil pesetas por cada certificado de defunción firmado. Era un dinero que se incluía en los honorarios de la funeraria y que llegaba al médico de manera extra-oficial: un celador le entregaba el billete de 1000 en mano.
Normalmente, al ser una cantidad pequeña, se dejaba de bote para los cafés de media mañana de enfermería, lotería de navidad o cosas así. Sumando, sumando, entre unos cuantos servicios pagaban el canal Plus y tres periódicos diferentes cada mañana en la salita de estar. Así se creó un sitio ideal para confraternizar con los compañeros o para el estudio interdisciplinar de los casos más complicados durante las guardias. Y si había fútbol, mejor. Se cuenta incluso que algunos servicios organizaban "La cena de los muertos" con las ganancias del año.
Más adelante, el pago empezó a hacerse con un recibo y resultó que, en el trayecto desde la funeraria hasta el médico, se perdían al menos tres cuartas partes de la cuota. La cantidad entonces ya era considerable como para donarla graciosamente a los compañeros. Al fin y al cabo, en una buena guardia, especialidades como Cardiología u Oncología podían sacar un buen pico con el añadido de que, el que llegara justito a fin de mes, tenía múltiples medios a su alcance para solucionarlo.
En algún momento alguien pensó que era absurdo pagar a los médicos un extra por hacer su trabajo y esa bonita tradición se perdió, y con ella el canal plus y la salita de estar.
Normalmente, al ser una cantidad pequeña, se dejaba de bote para los cafés de media mañana de enfermería, lotería de navidad o cosas así. Sumando, sumando, entre unos cuantos servicios pagaban el canal Plus y tres periódicos diferentes cada mañana en la salita de estar. Así se creó un sitio ideal para confraternizar con los compañeros o para el estudio interdisciplinar de los casos más complicados durante las guardias. Y si había fútbol, mejor. Se cuenta incluso que algunos servicios organizaban "La cena de los muertos" con las ganancias del año.
Más adelante, el pago empezó a hacerse con un recibo y resultó que, en el trayecto desde la funeraria hasta el médico, se perdían al menos tres cuartas partes de la cuota. La cantidad entonces ya era considerable como para donarla graciosamente a los compañeros. Al fin y al cabo, en una buena guardia, especialidades como Cardiología u Oncología podían sacar un buen pico con el añadido de que, el que llegara justito a fin de mes, tenía múltiples medios a su alcance para solucionarlo.
En algún momento alguien pensó que era absurdo pagar a los médicos un extra por hacer su trabajo y esa bonita tradición se perdió, y con ella el canal plus y la salita de estar.