sábado, 16 de febrero de 2008

Un hecho inaudito, el gran acontecimiento


Dentro de poco tendrá lugar un acontecimiento singular y sin precedentes. Jamás en la historia de los blogs sucedió algo parecido. Sin duda marcará un antes y un después, y las generaciones futuras hablarán de ello. Nuestro hijos y los hijos de los hijos de los hijos de nuestros hijos.

Se va a producir el primer encuentro internacional, intercontinental, interhemisferial y antigravitatorio de Esaque y Error.





Error atravesará el océano, sorteando todo tipo de peligros, poniendo su vida en juego. Mas la recompensa bien merece la pena.
















Esaque espera, hecha un manojo de nervios, la visita de Error y sus audaces compañeras en unas pocas horas...

























Por cuestiones de seguridad internacional, Error se despide de sus fieles lectores (¿¿??¿¿??) hasta dentro de dos semanas. Esaque, ¡vamos a por ti!

domingo, 10 de febrero de 2008

Siguiendo la noticia

El tema de hoy viene por una campaña de publicidad sobre una nueva vacuna contra el virus del papiloma humano, que es un gran avance en la prevención del cáncer de cuello de útero. Me enteré de la citada campaña a través de otro blog, y ya no iba yo muy bien predispuesta después de leer la introducción previa al link. En realidad, cumple su objetivo con creces. Entre violines y monumentos, el que la vea se enterará de que hay una vacuna nueva y me dice La Experta que seguro que ganan premios y todo. No lo pongo en duda, pero reconozco que, la primera vez que la vi, me quedé con las cejas enarcadas pensando: ¿y esto es para informar de una vacuna o es un anuncio de la Cosmo?



Mi campaña de publicidad frustrada es la de los “death-proof jeans”. Os pongo en situación: Ce y Ca, intrépidas estudiantes de primero de medicina, piden permiso para ir al osario del cementerio de su ciudad a recoger material para el estudio de la anatomía humana (asignatura que se convertirá en su favorita y decidirán estudiar varias veces antes de seguir avanzando en su carrera). Ce, con unos guantes de fregar, camina sobre la montaña de huesos ante la alucinada mirada de Ca. Entre el horror y el hedor, una imagen quedará grabada en sus retinas para siempre: el cuerpo de un hombre con sus pantalones vaqueros intactos.


La publicidad y el periodismo son unos grandes desconocidos para mí, sin embargo debo ser un blanco fácil porque llevo años pensando en verde...

Es evidente que un periodista no puede ser un experto en todos los temas sobre los que escribe, pero la idea es por lo menos no soltar burradas.
Me contaba mi amiga la anatomopatóloga (y se me llena la boca al decirlo) que, en un par de autopsias de pacientes con cáncer, habían encontrado un tipo de ameba muy raro. Este hallazgo casual e inesperado fue muy comentado, lo suficiente como para aparecer en un periódico de distribución gratuita mañanera, algo distorsionado: “se descubre una ameba que cura el cáncer”.
El día de la lectura de la sentencia del 11-M me sentí fatal por reírme viendo el telediario (y por eso me acuerdo tantos meses después). Una valiente periodista se había desplazado al lugar de la noticia: la parada de taxis de la estación de Atocha (empezamos bien). Según ella, los taxistas estaban siguiendo la lectura de la sentencia fundamentalmente a través de los medios de comunicación. Me quedé muy sorprendida imaginando por qué otro tipo de medios podrían seguir la noticia, por muy taxistas que fueran, y además, ¿quién les pagaría la carrera?.

También se habla muchas veces de los testigos “presenciales”. ¿Se puede ser testigo sin estar presente o es que en la jerga periodística hay diferentes tipos de testigos? Podría ser, por ejemplo, un testigo normalito, estándar, el que pasaba por allí (y no lo pudo resistir): “Yo pasaba por delante del banco cuando un chico le robó el bolso a la señora, fue todo tan rápido que nadie pudo reaccionar”. El testigo presencial sería el que, además de estar presente, estaba especialmente atento: “Yo salía detrás de la señora cuando aquel chico le robó el bolso, tenía una mirada peligrosa y los ojos inyectados en sangre, seguro que estaba drogado... Intenté correr detrás de él, pero ya sabe, esta cadera, hace ya tiempo que me da problemas...” Este último testigo sería mucho más interesante desde el punto de vista televisivo y saldría varias veces en todas la cadenas contando, cada vez con más detalles, todo lo que ocurrió aquella mañana a la salida del banco. Esperemos que la pobre ancianita no hubiera ido ese día a cobrar su pensión.

Y así miles de ejemplos, pero qué os voy a contar yo que no haya dicho ya Lázaro Carreter. Menos mal que soy de ciencias y tengo excusa.

miércoles, 6 de febrero de 2008

ring ring ring (no confundir con ring ring)


Me encanta este tema. ¡Hay tanto que decir! Tengo una lista interminable de anécdotas que afortunadamente para vosotros no voy a referir.

Además, con los años aparecen nuevos medios de comunicación al servicio del ataque de las empresas. Cuando encuentras colapsado el correo electrónico por nuevas hipotecas, viajes chollo, cursos online, amazone y viagra. Gracias filtros, marcar spam, junk mail. Cuando te salen ventanas indeseables e imposibles de cerrar. Cuando esperas emocionada un mensaje al móvil de ese feo del sábado y suena y te emocionas y lees: “Vodafone info:” Cuando te llega un mensaje al móvil que dice: “Alguien está pensando en ti”, llama al 5555. Cuando te anuncian que has sido seleccionado para ganar un viaje al Caribe, llama al 6666.

Y eso sí que es suerte: ser seleccionado para algo. Recuerdo la alegría que manifestó el inefable JmB en una ocasión en que fue seleccionado y premiado por el Corte Inglés. En aquella ocasión usaron un método tradicional de comunicación, el teléfono. Una amable señorita escuchó (¿añadiría estupefacta?) los gritos de felicidad con que la noticia fue acogida: “¡Qué bien! ¡Qué alegría! ¡Estoy contentísimo! ¡Qué suerte tengo! Pero qué suerte. No me lo puedo creer. Que el Corte Inglés me ha seleccionado entre todos sus clientes para ofrecerme una tarjeta. ¡Soy el hombre más afortunado del mundo!” Sinceramente, no es para menos.

No obstante, y pese al feroz bombardeo al que estamos sometidos, he de romper una lanza a favor de los profesionales que como soldados rasos presentan batalla diaria a pie de calle con el que quiere evitar ser consumidor y consumido.

Una mañana cualquiera, tras una dura noche cualquiera en la que ejercí como patrona de los espirituados, suena el teléfono. Las diez. Contesto pensando que va a ser algún desaprensivo que me quiere ofrecer un trabajo. “Buenos días. ¿Doña Orosia?” (Con este nombre no hacen falta apellidos). “Sí, soy yo”. “Le llamo de … para ofrecerle …” “No estoy interesada”, digo antes de que termine la frase. “Ya, normal. No me extraña” Cling. Fin del asunto. ¿Cuánto tiempo habrá durado en su trabajo? No lo sé, pero le agradeceré el haberme demostrado que a veces hay cabezas pensantes detrás de esas voces de entonación patética.

lunes, 4 de febrero de 2008

Ring, ring

Ahora que paso más tiempo en casa, me doy cuenta de la cantidad de llamadas que recibimos al día de diferentes empresas intentando vender la oferta de turno. Que si telefónica o similares, compañías de seguros, la cruz roja que te quiere fichar, y así una media de tres llamadas al día. Con suerte, a una de esas empresas les has dado tú tus datos voluntariamente, las demás los han conseguido por arte de magia. Está muy bien lo de la protección de datos y tal.
Suponiendo que de verdad tuvieran algo interesante que ofrecer, el método resulta poco eficaz ya que la sobresaturación de llamadas, anuncios y propaganda en los buzones, hace que la mayoría nos pongamos bordes y les colguemos sin llegar a saber siquiera de dónde llamaban.
Lo bueno es que de ahí salen muchísimas anécdotas y hay quien aprovecha la ocasión para desplegar todo su ingenio.

Se me ocurre ahora mismo una de JdP, que le intentó vender un coche a una chica que le ofrecía una estupenda conexión a internet, argumentando que si ella llamaba a su casa para hacerle una oferta, por qué no iba a poder él hacer lo mismo. Y así estuvieron un rato, comentando las ventajas de cambiarse a la velocidad del cable en un ford fiesta rojo.
A mí me llamaron un día preguntando por el hombre de la casa, a lo que yo contesté: “En esta casa no hay hombre”. La incauta insistió: “Oh, bueno, me refiero al cabeza de familia, a quien lleva la casa...” “En esta casa somos una democracia”, contesté yo con recochineo. Fin de la conversación.
Otras veces te piden que les expliques por qué no estás interesado en contratar lo que ellos te ofrecen, si de verdad de la buena es lo mejorcito del mercado. Una buena respuesta made in JmB es: “Reticencia al cambio”. Ante eso, no hay más que discutir.

Son también muy entretenidas las cartas personalizadas, invitándote a la inauguración de tal tienda. Un ejemplo de esto, es un documento que tengo el honor de custodiar desde hace unos meses, y que procedo a plagiar. Se trata de la carta de una peletería y lo que JmB tuvo a bien contestar.




New York a 3 de Noviembre de 1992

Muy Sr. Nuestro:

Nos dirijimos a usted para invitarle a nuestro establecimiento de Alta Peletería en el número 280 de la Séptima Avenida, segundo piso, en la ciudad de Nueva York donde le ofrecemos nuestra colección 92-93, esperando sea de su gusto.

Contamos con una amplia gama de pieles confeccionadas artesanalmente, por nosotros, con diseños exclusivos.

Al mismo tiempo, le informamos que dada la acogida que hasta ahora hemos tenido en España vamos a empezar una nueva etapa de G's Furs en Madrid, cuya fecha de apertura le será comunicada en breve.

Deseando verle pronto por nuestro establecimiento, reciba un cordial saludo.



Oviedo, 22.11.92

Estimados Señores.
He recibido su amable invitación para visitar su establecimiento en Nueva York, pero desgraciadamente no me coge de paso. Sin embargo, después de largas, detenidas y filosóficas cavilaciones, dada la situación de mis pesetas y los recortes tan de moda últimamente, entre otras muchas razones que sería prolijo exponer, he decidido continuar con mis chaquetas de punto inglés, que también abrigan.
Pueden por tanto obviar la invitación para su etapa madrileña, en la que les deseo el mayor de los éxitos.
Agradeciéndoles su atención con una sonrisa,
Atentamente,