La semana pasada mi querido Audace Platita cumplió los 1000km. ¡Qué orgullosa estoy de él! Recuerdo el viernes que fui a recogerlo con Msa. ¡Qué nervios! ¡Qué estrés! Guiada por los consejos para la conducción en la vida real de mi acompañante recorrimos todo Sevilla y lo aparcamos no demasiado lejos de mi casa. ¡Qué lindo se veía resplandeciente bajo el sol estival! Me parecía coche más bonito de la fila, de Sevilla y del mundo.
El día siguiente hizo su primera excursión a la playa. Su primer viaje, sus primeros aplausos, su primera gasolinera, su primera retención a la salida de Sevilla, su primer adelantamiento a un camión, su primer rodeo para llegar a la playa porque nos equivocamos, su primera rata atravesándose en la carretera … Un día agotador para los dos. Esa noche no pude salir.
El lunes lo llevé a trabajar. 20km. Y dormí 45 minutos más. A la vuelta a Sevilla fui formando caravana con mi jefa detrás de mí. No pasa nada. Sólo que al día siguiente llegué más tarde porque tenía que ir al banco y mis compañeros estaban preocupados por si había tenido un accidente. Por supuesto que ya no formo caravana.
Desde entonces vamos todos los días juntos a La Rinconada y hemos vuelto a la playa en dos ocasiones. Gracias a Error que me regaló un mapa de carreteras ya no erré más el camino. Y también tengo un llavero erróneo que dice mi edad y ¡Qué sexy! para cachondeo de los muchachos de la gasolinera.
Aún me queda por resolver el problema del aparcamiento. Mi pobrecito pasa horas bajo el sol abrasador y la pobrecita de mí pasa horas buscando donde aparcar. Cuando por fin encuentro un hueco suele haber un gorrilla para dirigir la maniobra. Yo que siempre he echado pestes de ellos, ahora disfruto de su trabajo, que me ahorra tiempo y quebraderos de cabeza y es de agradecer a las 15:30h. En todo caso, pronto dejarán de ayudarme, porque conmigo pierden dinero. Ya ha ocurrido alguna vez, que en el tiempo en que me ayudaba a aparcar, otros coches llegaban a la fila y el gorrilla no podía acercarse a extorsionar a sus conductores.
Conclusión: a pesar del estrés de conducir según por donde, a pesar de llevarme algún susto de vez en cuando, a pesar de lo caro de abrevar a 70 caballos sedientos, a pesar de que llevo un telépata cabrón que se cala en cuanto pienso “que no se cale”, a pesar del problema de aparcamiento … TODO SON VENTAJAS. Y estoy encantada con mi audacísimo y cada vez menos plateado auto.