No, esto no va de Sabina ni de sus canciones de interminables enumeraciones. Esto va de la Semana Santa. ¿Qué sería del Jueves Santo sin Ben-Hur? ¿Qué sería del Domingo de Resurrección sin Espartaco?
La primera vez que vi Espartaco estaba con mis primas, que por la diferencia de edad no debían ser demasiado pequeñas, gritando: “¡Espartaco culo guapo!” Aunque yo siempre fui más fan de Charlton Heston, en aquella época en que aún era un héroe, que un día luchaba contra Roma y al siguiente contra la Marabunta, y no el viejo cascarrabias presidente de la Asociación Estadounidense de Armas de Fuego. Pero todo se le habrá de perdonar, ahora que tiene la enfermedad de Alzheimer.
La primera vez que vi Espartaco estaba con mis primas, que por la diferencia de edad no debían ser demasiado pequeñas, gritando: “¡Espartaco culo guapo!” Aunque yo siempre fui más fan de Charlton Heston, en aquella época en que aún era un héroe, que un día luchaba contra Roma y al siguiente contra la Marabunta, y no el viejo cascarrabias presidente de la Asociación Estadounidense de Armas de Fuego. Pero todo se le habrá de perdonar, ahora que tiene la enfermedad de Alzheimer.
Observen su rictus, el fuego de su mirada...
Esta Semana Santa he tenido que recurrir a un canal autonómico para saciar mi sed de historia bíblica y ver a Judá Ben-Hur en Technicolor. No sé quién puede opinar que estas pelis están demasiado vistas para quitarlas de la programación.
Pero la Semana Santa no es sólo cine de calidad. Se ve que, en este país de tradiciones, cada vez nos gustan más las procesiones, las mantillas y los farolillos. Y más aún nos gusta ver a la gente llorar cuando llueve y no pueden salir los pasos.
Por el norte siempre nos cachondeamos de los andaluces llorones, que cómo van a estar preparándose todo el año, que vaya exagerados, bla bla. Pero el año pasado, bajo el sol primaveral sevillano, escuché a la vera verita del Guadalquivir a una banda de música tocando marchas de Semana Santa. Era mayo, doy fé.
Y después de tanta penitencia, una vez pasada la Cuaresma y la Semana Santa, ¡ya nos podemos ir de fiesta otra vez!