
Sin embargo, hoy he sucumbido. Conscientemente. Es mi primer día de vacaciones y Bph pone el portal de Belén y las luces intermitentes. ¡Hay que celebrarlo! Voy a Mercadona y lo busco. Está colocado en una situación privilegiada con respecto a sus compañeros los dulces navideños. Es el REY de los postres. Los sucedáneos, tristes barras de chocolate con arroz inflado, no le hacen sombra. Carecen de su textura cremosa, de su olor profundo, de su gusto suave. Los turrones duro, blando, de yema o de mil sabores imposibles quedan eclipsados. Por no mencionar el resto de las porquerías que se comen estos días, por muy divertido que sea decir "pamplona".
Los creativos de la empresa han tratado de engañarnos con productos que nunca llegarán a la altura del Clásico por mucha galleta, avellanas o chocolate blanco que le pongan. Eso son perversiones de un producto único abocadas al más mísero fracaso.
¿Qué pensaría el señor Philippe Suchard de esto?

Este comienzo lacrimógeno propio de Andersen no tiene nada que ver con la vida de este personaje. Se trataba de un hombre emprendedor con ánimo de lucro que además del chocolate invirtió en otros muchos campos: barcos a vapor, conducción de ríos en la región del Jurá, yacimiento de hierro, industria de asfalto, seda y macarrones... además de ser un viajero incansable. Este talento no fue heredado por sus descendientes y en tres generaciones la empresa fue comprada por una familia francesa.
Como veis no puedo pasar sin ilustrar a mis lectores. Milka (que no es Lindt pero aún vale) fue creada en 1901 como la primera marca de chocolate de la familia Suchard. También los caramelos Sugus fueron creados por la empresa Suchard en 1931. Los azules de piña, los mejores.