miércoles, 3 de diciembre de 2008

Confesiones catastróficas


Sí. Lo confieso. Me encantan las películas de catástrofes. Sobre todo esas que a los veinte minutos de empezar ya sabes quién va a morir, quién es el histérico que los va a poner a todos en peligro y quién va a tener la idea feliz que les salve. Y, por supuesto, quién va ligar con la rubia.
Todo empezó con El coloso en llamas. Desde entonces los jefes de bomberos son para mí un modelo ético y moral a seguir. No como esos alcaldes de pueblo que se mueven más bien por razones económicas, como el de Tiburón o Dante’s Peak.
Prefiero las películas de catástrofe natural, como Terremoto, Avalancha, Cuando Rrruuuge la marabuntaaaa… pero nunca le haría ascos a un Aeropuerto o un Poseidón.
La genética y la biología molecular han abierto un campo nuevo de epidemias de virus mutantes que se transmiten a través de la mirada, y el cambio climático, fuente inagotable de futuras tragedias, incluyendo glaciaciones.
Esta afición mía no tendría nada de particular si no fuera por la manera en que empieza a influir en mi vida. Las últimas lluvias han generado en mi interior una preocupación tal que a veces me cuesta conciliar el sueño. Todas las mañanas tengo que sentarme en el mismo lado del autobús para controlar el crecimiento del caudal de lo que antes era un pequeño arroyo que pasaba detrás de casa y que, poco a poco, se ha transformado en lo que ya parece un digno afluente del Ebro. A veces, incluso, me imagino subida al tejado, debajo de la lona de la tienda de campaña canadiense, con una lata de fabada litoral como único alimento, esperando que unos fornidos bomberos me rescaten. Lo que aún no tengo muy claro es cómo colocar la lona para que quede tirante y no cale. También me gustaría saber dónde venden sacos de arena para tapar puertas y ventanas. Como veis, es mucha mi preocupación. ¿Qué hago? ¿Será mejor comprar latas de melocotón en almíbar? ¿Sería capaz de comerme la comida de la gata? ¿Y a la gata? No puedo con esta desazón…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ves, acabamos de descubrir quien es la histérica que nos va a poner a todos en aprietos en la película...

Menos pensar sandeces y mas pensar en otras cosas mucho mas productivas, como por ejemplo, SEXO!!

Orosia dijo...

A mí también me encanta ver la aniquilación de mis congéneres en cualquier forma castastrófica.
Me gustan especialmente los bichos asesinos e inteligentes, sean hormigas, pirañas o anacondas.
Pero ante todo haré una mención especial a las películas de Aeropuerto la víspera de volar. Los personajes viven en mi imaginario y en la puerta para embarcar están todos: el matrimonio septuagenario donde sólo sobrevivirá uno, la niña rubia que quedará huérfana, el capullo del movil que será el primero en morir, la azafata guapa que besará al héroe al final... y yo, triste figurante que desaparecerá anónimamente en la primera muerte grupal.

Anónimo dijo...

Por muy fantasticas que sean las pelis de catastrofes, vease Deep Impact, al final es lo que te encuentras en situaciones parecidas a menor escala. Que se acaba el pan en la panaderia de la esquina en domingo...estara el que dice, son las dos y media, tengo tiempo de sobra a ir a otro sitio (el confiado), el niño que se comera el marron en casa y no sabra que hacer, al que ayudara la vieja a la que le queda poco tiempo y todos sabemos que se la llevara por delante un bus de linea, el negro, que morira al entrar en la panaderia, el guapo, que hizo un curso del inem en reposteria y hara pan para todos (menos para la vieja, el confiado, el niño que esta con la vieja en el hospital y el negro). Como no, la hostoria acaba bien, la panadera acaba con el guapo del inem adoptando al niño y abriendo una panaderia en lugones...en la que nunca faltara pan.
Dejo de desvariar y sigo trabajando...la peli es "Panaderia 77"

Anónimo dijo...

Aguardo impaciente que se desborde el riachuelo para poder ir a rescatarte de tu tejado.